Un día me senté en una banca del parque de mi cuidad, llego una chica de la Universidad y se sentó a mi lado, ella esperaba su transporte y yo solo esperaba perder el tiempo. La conocía desde hace mucho, pero jamás platicábamos, solo nos sonreíamos porque íbamos a la misma escuela. Ese día hablamos poco, pero de esas platicas que detesto tener, de esas platicas que se habla de algo y luego queda un gran silencio al no saber que mas decir por lo mismo de no conocernos mucho, volviéndose una charla incomoda y que entran unas grandes ganas de irse de ahí. Al poco tiempo se paro y saludo a su amigo, de inmediato paso su taxi, se despidió de su amigo y se fue, a mi ni siquiera me volteo a ver.
Otro rato más tarde llego otro sujeto, a este lo conocía solo porque era amigo de un compañero de la preparatoria, pero igual, jamás habíamos cruzado palabra alguna. Comenzó a hablarme acerca de sus vacaciones que tuvo recientemente y yo fingiendo interés le seguía la conversación. Ya era la segunda platica incomoda que tena en ese día, ¡y como lo detestaba! Así que fingí que me llamaban y me fui, ahora fui quien se marcho sin despedirse.